viernes, 20 de abril de 2007

Inauguración de la nueva Cuesta de Moyano

La popularmente conocida Cuesta de Moyano ha sido reabierta de nuevo al público y con ella han vuelto las casetas de los libreros que desde 1925 forman la Feria Permanente de Libros de Madrid.

La nueva calle de Claudio Moyano, que es el nombre oficial de la llamada Cuesta de Moyano, ha sido remodelada tras realizar las obras para albergar en su subsuelo una subestación eléctrica que sustituye a la que se incendió allá por octubre de 2004. Por esta razón los 30 libreros que forman esta feria tuvieron que desplazarse temporalmente al Paseo del Prado. La reformada calle ha pasado a ser totalmente peatonal (sin los dos carriles para automóviles de hace unos años) y ayer jueves, después de tres años de larga espera, los libreros pudieron regresar a su ubicación original. La peatonalización de la calle también ha infundido cierto temor entre alguno de los libreros puesto que una buena parte de sus mercancías provienen de la compra de lotes de libros viejos que les llevan en coche hasta la propia librería.

Las casetas de los libreros han sido reformadas para que sean réplicas de aquellas que se instalaron inicialmente en 1925 diseñadas por el arquitecto municipal Luis Bellido. Además, pasan de ser 30 a 31 porque el Ayuntamiento de Madrid va a usar una de ella para vender sus propias publicaciones. En la confluencia con la calle Alfonso XII se ha instalado la estatua de Pío Baroja, que antes estaba ubicada en El Retiro.




Breve historia de la feria del libro permanente en la Cuesta de Moyano

En el paseo de Atocha se ubicaban a principios del siglo pasado las ferias de Madrid. Los libreros decidieron en 1919 pasar sus puestos a otra acera y ponerse en el paseo del Prado junto a la verja del Jardín Botánico. En 1924 el director del Botánico protestó por esta ubicación y fue entonces cuando el Ayuntamiento decidió poner estos puestos en la Cuesta de Moyano.

El Ayuntamiento realizó así treinta casetas que no podían ser subarrendadas y por las que se pagaban entre 30 y 50 pesetas mensuales, dependiendo el precio de la posición más centrada o no de cada caseta.

Paradójicamente la instalación de estas casetas no fue muy bien recibida por parte de la intelectualidad de la época porque consideraban que el lugar no era el más adecuado y pedían que "la instalación de dicha Feria fuese en sitio bien visible y de fácil acceso". Así consta en la instancia presentada en el Ayuntamiento el día 25 de enero de 1925 y que estaba firmada por 78 intelectuales; entre ellos, Pío Baroja. Desde ahora la estatua de tan insigne escritor preside una de las entradas a la Cuesta de Moyano que tanto disfrutó Don Pío en vida.

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